Historia y Crítica




teatro la fragua en Estados Unidos:
teatro en tiempos de guerra y ántrax




Carlos M. Castro*



Los mortíferos atentados terroristas contra Estados Unidos ocurridos el 11 de septiembre fueron un duro golpe para el pueblo norteamericano, pero también para la humanidad entera. Fueron una letal y escalofriante forma de despertar del sueño de creer que a pesar de muchos tropiezos y equivocaciones, la condición humana caminaba a mejor. Por unos terribles momentos la bondad sonó a mentira y la solidaridad a cursilería y debilidad, y por supuesto la justicia y la libertad a pueril espejismo de la ingenuidad. Desgraciadamente, la precipitada reacción militar del gobierno estadounidense, al mejor estilo del ojo por ojo, emprendiéndola contra los talibanes (que en modo alguno representan tampoco a la Santísima Trinidad) en Afganistán, no hacen vaticinar unos mejores tiempos para el optimismo humanista. Lo que se nos viene encima son más atrocidades y la muerte de más inocentes. Estados Unidos esgrime para su nueva guerra el mismo argumento fanático que ocuparon los terroristas suicidas mientras se encomendaban a Alá, segundos antes de estrellar los aviones contra las Torres y el Pentágono: la convicción de que se trata de una lucha del bien contra el mal, de la libertad contra la opresión, de la democracia contra la tiranía, de Dios contra Satán.

Días antes de los atentados contra Estados Unidos, Francesco Manetti, un joven italiano, actor y maestro de combate escénico en la Academia Nacional de Teatro de Roma, describía para el boletín de noticias de teatro la fragua cómo mientras las bombas caían sobre la destruida Sarajevo en la guerra civil que asoló a la ex Yugoslavia, en un teatro semidestruido de la ciudad, un grupo de actores se mantenía trabajando en medio de los bombardeos, ensayando y presentando Esperando a Godot. Sin imaginar lo que estaba por ocurrir, Manetti escribía sobre la necesidad del teatro en un mundo convulsionado y desangrado como el nuestro, y de la vocación de camillero y enfermero del arte escénico para levantar y curar las heridas de la moribunda esperanza.

Dos semanas después de los atentados a las Torres y el Pentágono, el 22 de septiembre, los actores de teatro la fragua abordaban un vuelo de American con rumbo a los Estados Unidos, invitados por el Centro Cultural Latino de Chicago para participar en el Festival de Arte Latino que se celebra todos los años en aquella cosmopolita y multicultural ciudad. En el festival presentaron la obra Romero de Las Américas y aprovecharon su tiempo en Chicago para intercambiar experiencias teatrales con maestros y estudiantes de teatro de las Universidades de Loyola y De Paul, hablando del trabajo e impacto del teatro en una sociedad como la hondureña. Posteriormente la fragua llevó su obra Romero (como pieza principal) a teatros de Milwaukee Cleveland, San Louis, Iowa. Los actores además montaron Sueño nuevo, un programa teatral con obras representativas de la cultura hondureña que fue presentado principalmente en colegios.

La compañía se preguntaba por la reacción del público de los Estados Unidos ante una obra como Romero. La temática de la obra aborda el violento asesinato de Monseñor Romero en 1980 mientras oficiaba una misa. En este asesinato la diplomacia norteamericana jugó un papel controversial: por un lado abogando por el respeto a los derechos humanos, y por otro apoyando a un gobierno dictatorial y represivo, entrenando y armando a unos cuerpos de seguridad que utilizaron esas armas y ese entrenamiento para reprimir manifestaciones, desaparecer personas, y asesinar a sacerdotes y catequistas. Los hechos ocurrieron en el marco polémico de una política exterior del gobierno estadounidense que utilizó a países como Guatemala y Honduras (donde financiaron y asesoraron las actividades terroristas de la contrarevolución en Nicaragua) como patio trasero en su disputa con la ex Unión Soviética.

El público que asistió a las presentaciones de Romero de Las Américas, pudo ver y aplaudir el trabajo de un grupo de jóvenes actores hondureños, que sin poses de grandes estrellas ni aires de encumbrada celebridad, demostraron aplicación y profesionalidad a la hora de hacer teatro. La obra fue presentada con una mínima utilería, un vestuario sencillo, y la fuerza expresiva de los entrenados cuerpos de los actores, dejando ver la influencia de Jerzy Grotowsky, y con el necesario auxilio de subtítulos de la obra en inglés. Los actores de la fragua pusieron en buen predicado el nombre de Honduras. Algo importante para un país que en el exterior es más famoso por sus desgracias que por sus virtudes, que vive permanentemente en la página roja de la corrupción, el secuestro como negocio, y el subdesarrollo, con una clase política desprestigiada que fácilmente confunde la caspa con las ideas a la hora de pensar estrategias para mejorar los niveles de vida de los hondureños. teatro la fragua representó dignamente el espíritu de muchos hondureños y hondureñas que sin hacer alarde de tanta palabrería, trabajan con afán y disciplina desde variadas profesiones (el arte una de ellas) para forjar el futuro de un país distinto y mejor.

La guerra de Estados Unidos comenzó cuando la fragua estrenaba Romero en Cleveland. La televisión transmitía las señales en vivo de bombas estallando en suelo afgano, mientras en el escenario la voz de Monseñor Romero decía: "no podemos responder a un ataque con otro ataque."

En una gira en tiempos de guerra y ántrax, teatro la fragua con sencillez y profundidad compartió su mensaje de esperanza y alegría con el público estadounidense que asistía a las presentaciones. Fue emocionante sentir los aplausos y ver al público muchas veces ponerse de pie cuando Romero de Las Américas o el programa de Sueño nuevo llegaban a su fin. Fue la manera universal de decir gracias por su trabajo y su mensaje en unos momentos sombríos y difíciles para todos. Es la tarea del arte, del teatro en este caso: servir como un instrumento para reconciliarnos con la vida, dando un sentido estético a sus contradicciones y tragedias, de tal forma que los humanos no repitamos los mismos errores ni permitamos la continuación de una historia que condena o asesina a inocentes por causa de la injusticia, la intolerancia, y el fanatismo político o religioso.

Durante su estancia de un mes por ciudades del "midwest" de los Estados Unidos, teatro la fragua realizó 18 presentaciones en teatros públicos y de universidades. La gira terminó con éxito y la compañía ha regresado a El Progreso, cansada pero satisfecha, lista otra vez para seguir comunicando su mensaje de cultura, humanismo y esperanza a través del teatro.

________________

*Lic. en filosofía y escritor en residencia de teatro la fragua.






Para hacer una contribución al trabajo de teatro la fragua :


Contribución en línea

 

Contribución por teléfono

 

Contribución por correo

Cliquee aquí para hacer una contribución en línea con una tarjeta de crédito.  Toda contribución en línea está en el sistema GeoTrust para la máxima seguridad en línea.

 

Llámenos desde dentro de los Estados Unidos a 1-800-325-9924 y pregunte por "the Development Office" (sólo inglés).

 

 Mande un cheque para teatro la fragua a:

teatro la fragua

Jesuit Development Office

4517 West Pine Boulevard.

Saint Louis, MO 63108-2101

EE.UU.



Volver al índice de Historia y Critica

Volver a la página principal de tlf

Escríbanos al teatro la fragua

Copyright © 2002 por teatro la fragua