historia y crítica




Teatro y memoria histórica:
Romero de Las Américas




El escenario se ilumina y los actores aparecen danzando hasta colocarse en dos grupos que mirando al público comienzan a cantar: Bienvenidos a esta obra muy centroamericana, de un conflicto eterno en la tierra de las palmas. Los personajes entonces se van presentando: Monseñor Romero y Rutilio Grande; el Presidente y la Oligarquía; les siguen los militares y un sacerdote revolucionario señalado como pastor embustero por otro cura conservador. Poco a poco el ambiente va encendiéndose con la pregunta que el coro repite: Monseñor Romero por qué te fusilaron, mientras decías la misa vilmente te asesinaron.

teatro la fragua interpreta poética y dramáticamente la vida de Monseñor Romero, poniendo al público hondureño en contacto con un mensaje al que el tiempo y las circunstancias no han quitado actualidad. la fragua demuestra una vez más como el teatro puede ser un instrumento ameno y vibrante para contar e interpretar la historia de nuestros países, preservándola y comunicándola al pueblo y a las jóvenes generaciones, especialmente en un medio donde la memoria de la historia es frágil y desconocida por la mayoría que ignora el abc básico de su identidad social, política y religiosa.

En Romero de Las Américas, la fragua no acude a complicadas utilerías ni a sofisticados vestuarios. Toda la utilería consiste en unos vestuarios sencillos y bien combinados, una excelente iluminación, un par de taburetes, y un acompañamiento musical bastante bueno en la letra de las canciones y los ritmos. Un elemento importante de esta producción teatral lo constituye la inclusión del coro, que por medio de danzas, corridos populares y rock, interpelan al público involucrándolo en la historia, familiarizándolo con las dramáticas problemáticas sociales, religiosas, y políticas que entonces sacudieron a El Salvador.

Romero de Las Américas ha evitado la trampa ideológica de dividir la historia en buenos y malos; la fragua comunica artísticamente el significado que tiene Monseñor Romero para nuestro mundo actual. La obra también quiere ser un medio para difundir el mensaje que Monseñor Romero anunció. Un mensaje que luego de su muerte violenta se ha convertido en evangelio y en legado universal de fidelidad a Dios, conversión personal, amor a los pobres, y lucha por la justicia. Valores humanos aquellos cuya presencia sigue siendo urgente en un mundo que rinde exacerbado y fanático culto al poder, la riqueza, y la injusticia, donde los pobres siguen necesitando de voces que asuman su defensa y liberación, tal y como lo hizo Monseñor Romero.

Este drama épico propone una imagen de Monseñor Romero lejana del incienso santurrón de los altares; no es la finalidad caer en el halago legendario o mítico de la figura de Romero. El poder de encantamiento de esta obra emana de un Romero que no lo tiene todo claro, que se siente atribulado por las dudas, que comete errores como todo humano y no está exento del seductor ataque de tentaciones que lo invitan a la riqueza, al poder, a la fama. Así y con todo el respeto que se merece es presentado Monseñor Romero en esta obra; pero insistiendo también en su limpieza y altura moral, y en su docilidad para dejarse llevar por la voluntad de Dios (que en la obra es denominado como el Dios del Cambio).

Al final de una presentación en el auditorio del Museo de Antropología e Historia de San Pedro, todavía con el cálido rumor de los aplausos, Monseñor Ricardo Urioste, que fue amigo personal de Monseñor Romero, con mucha y sincera emoción agradeció y felicitó a teatro la fragua por lo que en sus palabras llamó una magistral y excelente obra. Fue el reconocimiento de un obispo salvadoreño a un grupo de artistas hondureños que con seguridad seguirán dando mucho de qué hablar en Honduras, y más allá de este terruño a donde lleven la fuerza y belleza de su teatro ˇFelicidades, teatro la fragua, y a seguir trabajando... !

--Carlos Mario Castro
(Lic. en filosofía y escritor en residencia del teatro la fragua)






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