Hace bastante tiempo que yo estoy muy alejado del mundo académico y me pongo un poco nervioso al estar entre todas estas luminarias; sin embargo, viendo al publico que tenemos aquí, obviamente la mayoría de ustedes son estudiantes que serán los que van a formar en la realidad el teatro del milenio y del siglo que viene, y lo que me gustaría hacer esta mañana es ponerles un reto, mirando un poco a la historia y tratando de ver a dónde vamos desde aquí.

A mi parecer, la primera cosa que tenemos que decir, si estamos mirando este siglo pasado, es que éste es el siglo que ha visto la muerte del teatro, puesto que todos nosotros ya somos dinosaurios; como Grotowsky dijo hace unos treinta años, "si algún poder, un banco mundial, decretara que mañana hay que cerrar todos los teatros del mundo, por lo menos un 99% de la gente en el mundo ni se daría cuenta". Por otro lado, si el Banco Mundial o lo que sea decretara lo mismo sobre el cine o, especialmente, sobre la televisión, entonces sí tendríamos manifestaciones en la calle, sin la mínima duda. Creo que es muy importante tomar en cuenta eso de que somos dinosaurios y de que el teatro, por lo menos como ha existido dentro de nuestra experiencia, ya no tiene relevancia en este mundo; ya es una cosa de museo. Por supuesto, los museos tienen su valor, no estoy diciendo que vayan a dejar de existir. Hay dinosaurios en los museos también en todas partes del mundo. Sí, este teatro que ha sido el teatro de nuestra experiencia y de nuestra historia reciente, de una u otra manera sí va a seguir. Pero, para los que creemos en el teatro (por mas ilógico que sea creer en una cosa tan obviamente fuera de la realidad virtual de nuestra época) tenemos que mirar a caminos muy distintos

El teatro puede seguir siendo, otra vez en los términos de Grotowsky, el teatro cortesano; podemos seguir siendo las prostitutas de las fuerzas del poder. Muchos de los otros ponentes, en estos días, han mencionado los problemas obvios que hay en este mundo de hoy; y si el teatro va a ser de veras el espejo de esa realidad que Hamlet nos dice que tiene que ser, tenemos que decidir todos: żvamos a ser los espejos de las fuerzas del poder?, żvamos a ser el opio de las masas? żO vamos a ser la fuerza que de veras da voz a esa masa de gente marginada? A esa masa de gente que todas las fuerzas del poder de hoy están haciendo todo lo posible para callar.

Sabemos bien que uno de los mejores métodos para volver pasiva a toda esa gente, mejor que el crack y la heroína, son los medios. Cada vez que yo entro en el metro en cualquiera de estas ciudades grandes (y esto me pasó ayer, que fue la primera vez que he subido al metro de la ciudad de México), miro alrededor y me pregunto: żdónde está toda esa gente bonita? Ese espejo que es la televisión, que es el cine, żdónde está? Yo no lo veo en el metro; Ricky Martin no entra en el metro; no, son gente como yo, quizá un poco más feos, quién sabe, ży dónde esta el espejo de esta gente? żDónde está el espejo que refleja la realidad de esta gente? Seguro que no está en las telenovelas.

Ése es el reto que les quiero proponer. Como teatristas, si seguimos por el mismo camino, sí somos dinosaurios, y nos van a tratar bien en los museos. O podemos ponernos muy en serio al trabajo de aprender a ser la voz de ese 90% de la gente, de ser el medio masivo de comunicación de veras, en el sentido de que nos ponemos a la disposición de esas masas; nos podemos poner a enseñarles a esas masas, a valorar sus propias tradiciones frente a la monocultura de Ricky Martin (y lo que sea) que nos están proponiendo los supuestos medios masivos. Podemos ser los agentes de veras del cambio en este mundo.

Yo sigo siendo un hijo de los sesentas; entonces creíamos que íbamos a cambiar el mundo dentro de uno o dos años, y el mundo seguramente ha cambiado, pero no en las direcciones que en ese momento estábamos creyendo y esperando; sin embargo, sigo creyendo fuertemente que esa masa de gente es el futuro del mundo. Lope de Vega lo puso muy sencillamente en Fuente Ovejuna, cuando los conspiradores están en su escena tratando de decidir qué hacer; el argumento básico es: somos muchos y ellos, poca gente. Creo que uno no tiene que mirar el lado idealista de esto sino el lado muy práctico: żen cuál lado queremos estar, con los muchos o con esa poca gente? Yo espero estar con los ganadores, a fin de cuentas.