noticias tlf Vol. xv #2 Julio 1994



La Invitación





Recibimos una carta de la Escuela Internacional de Teatro de América Latina y el Caribe (EITALC), en la cual se invitaba a un miembro del grupo para recibir un taller de teatro, a realizarse en La Habana, Cuba. Jack decidió aceptar la invitación y yo fuí la persona elegida. No estaba seguro; tenía miedo de ir a Cuba por las cosas que había oído hablar. A la vez me pareció buena la oportunidad. Acepté.

De inmediato me puse a realizar el papeleo necesario para arreglar el viaje. Fue primera vez en la vida que tenía que hacer algo así; ni sabía dónde conseguir información. Y el proceso resultó complicadísimo. Por fin conseguí pasaje en LACSA hasta Cancún, México, donde tendría que pasar la noche para conectar con un vuelo en la mañana de Cancún a La Habana.

Pero solo estaba comenzando: La EITALC me iba a tener la visa cubana en La Habana. Puesto que tenía que pasar la noche en Cancún, tendría que conseguir una visa para México. Pero para conseguir la visa a México, me pedían la visa cubana. ˇQue problema! Hasta llegar a Cuba tendría la visa cubana; pero sin tener la visa cubana no podía entrar a México; y sin pasar por México, no podría llegar a La Habana. Por fin descubrí que podía comprar una visa cubana en San Pedro Sula. Otra serie de viajes a San Pedro y al consulado mejicano y todo listo. ˇVamos a Cuba!

EL VIAJE

A las 2:45 de la tarde despegó el avión del aeropuerto de San Pedro Sula, y una hora después aterrizamos en Cancún. Al pasar por migración, me detuvieron y comenzaron a interrogarme: creían que yo quería irme de mojado a los EE.UU. Pero todos mis papeles estaban en orden y por fin me dejaron ir. Fui a buscar un cuarto en la ciudad. Cancún es una ciudad muy bonita; pero obviamente no es para la gente pobre, sino que sólo para gente de dinero. A la mañana siguiente abordé el avión de Cubana de Aviación (un avión YAX ruso) que me llevaría a Cuba.

Mientras viajaba iba pensando en lo que podría ser el taller. La verdad es que tenía miedo de fracasar; no sabía cual era la forma de trabajo de otros actores, si era parecida a la que estoy acostumbrado en la fragua. Por ir pensando en eso, ni me di cuenta del momento en que llegamos a Cuba. ˇQue cambio de cultura! Primero entre Honduras-Cancún y luego entre Cancún-Cuba; tres situaciones completamente distintas.

EL TRABAJO

Me estaban esperando en el aeropuerto para llevarme al hotel de Machurrucutu. El "hotel" es una residencia de estudiantes de la Universidad de La Habana. Era lo mejor que había en Machurrucutu, una aldea bastante pobre a unos 30 kilometros de La Habana. Al momento de llegar, me dieron a elegir entre tres talleres; al azar elegí un taller sobre las técnicas del clown, impartido por Guillermo Angelelli, director argentino. (Al escoger este taller, no sabía quién era Guillermo; después me enteré que lo consideran uno de los mejores directores jovenes de Argentina).

La primera noche, después de cenar, me encontré con un niño que me invitó a conocer algo del pueblo de Machurrucutu. Me dijo que andaba sin comer: en su casa no tenían comida. Por la tarde me había encontrado un dólar que alguien perdió y se lo dí; dijo que lo iba a guardar para regalarle unas zapatillas a la hermanita.

Al día siguiente comenzé mi primer día de trabajo. Eramos unas 16 personas de toda América Latina: argentinos, dominicanos, ecuatorianos, un belga, y dos cubanos, Héctor Castellanos e Isnoel Yánez, con quienes llegué a tener bastante confianza. Pertenecen al Teatro de los Elementos que trabaja en la Isla de la Juventud; el grupo estaba en Machurrucutu por el mes. El trabajo fue muy pesado, con mucho ejercicio físico. Por la tarde trabajamos la técnica del clown. Terminé con el cuerpo molido.

El trabajo exigía un ritmo y un horario al que no estoy acostumbrado, levantándome a las 5:30 de la mañana (yo me levanto a las 7:30 para llegar al tlf a las 8:00) y cenando a las 8:00 de la noche (en Honduras ceno a las 5:00 de la tarde).

Guillermo nos iban explicando la técnica del clown. Se basa en la inmediatez: su trabajo empieza en el escenario y trabaja sobre los errores. Un clown nunca deja pasar un error sin antes enseñárselo al público. Cuando me pasaron al frente a hacer reir a mis compañeros, fui incapaz de conseguir una tan sola risa. ˇFrustración!

A los cinco días del taller, mis compañeros estaban agotados. Yo también. Era un cansancio muy raro: a pesar de que el primer dolor que me produjeron los ejercicios ya había pasado, los músculos los sentía cansados. Aunque después el cuerpo me respondía mejor y después de 10 días de trabajo continuo tuve mi primer día libre.

UN DIA POR LA HABANA

Para llegar a la capital había que tomar una "guagua" ("bus" en cubano). Pues espero junto a Héctor (mi guía cubano) y otros compañeros. Y seguímos esperando. Cansados de esperar nos decidimos a pedir "botella" ("jalón" en cubano). Héctor regresó al hotel para llamar a Isnoel. Mientras él andaba en eso se detuvo un camión. ˇNos fuimos sin guía! El camión nos llevó a una parte llamada Marianao. Allí tuvimos que tomar otra guagua, y era todavía más difícil: la gente se peleaba por subirse a las guaguas. Unos iban colgados de las ventanas.

Decidimos pagar un carro particular (funcionan como taxis) que nos llevó a La Habana. ˇQué ciudad! Me pareció como Nueva York (bueno, no conozco Nueva York; pero me pareció a la imagen que tengo de Nueva York). Llegamos a un parque en La Habana Vieja con hambre y cansados. En eso pasa una señora vendiendo tortas de queso; no podíamos dejar pasar la oportunidad de comer algo.

Por la tarde fuimos al Teatro Nacional para los actos de inauguración del Festival de Teatro de La Habana. Había pedazitos de teatro y danza tomados de obras que se iban a presentar en el Festival. En una pieza de danza un hombre bailara desnudo, cubierto solo con una capa. Lo que más me impresionó fue la reacción del público: si en Honduras un hombre bailara desnudo, se escandalizaría la gente, pero el público cubano lo miraba normal. Al terminar el espectáculo, comenzaron de nuevo los problemas: no teníamos transporte. Afortunadamente llegó una de las guaguas que tenía la EITALC.

DE VUELTA AL TRABAJO

Al día siguiente Guillermo se retiró muy molesto por la indisciplina del grupo de talleristas. La verdad es que tenía razón: algunos ni llegaron. Guillermo dijo que pusieramos el horario que quisieramos, pero que se cumpliera. Desde ese día estuvimos a la hora, pero se notó que algunas personas no tenían interés en el taller: todo lo hacían sin ánimo y sin energía. Guillermo tuvo que discutir con un compañero, para que hiciera un ejercicio de clown.

Una tarde no fui a práctica por no tener ropa limpia y en el hotel no había nadie para lavar la ropa; entonces me quedé lavándola yo. La tarde siguiente tuvimos una reunión porque se retiraban cinco compañeros y después se retiraron dos más.

En las noches, seguimos yendo a presentaciones del Festival en La Habana. Una noche regresé al punto de reunión para tomar la guagua. Mientras esperaba fui a buscar el servicio sanitario al Hotel Habana Libre que estaba enfrente. Cuando estaba a punto de entrar me detuvo un guardia y me dijo que no podía entrar porque solo era para extranjeros. ˇMe confundió con un cubano!

LLEGANDO AL FINAL

Después de la retirada de los siete compañeros, el grupo se responsabilizó más y el taller seguía mejor. Un día estabamos haciendo acrobacia: yo estaba haciendo vueltas de gato e Isnoel tenía que saltar sobre mí. Cayó sobre mi brazo. El se puso muy preocupado; en el momento sentí dolor pero no fue nada grave. A fin de cuentas el accidente nos llevó a trabajar más juntos y a llevarnos mejor.

Al finalizar el mes de trabajo, hicimos una muestra para los participantes de los otros talleres. Yo estaba bastante nervioso. Guillermo nos dió varios ejercicios y situaciones que nosotros improvisamos. Creo que al público le gustó; por lo menos, Héctor, Isnoel y yo sentimos que habíamos actuado bien. No sé que sentían los otros compañeros, porque al terminar la muestra tuve que ir a prepararme para salir.

Es curioso: a pesar de haber estado deseando que el mes pasara volando, ahora, de nuevo en casa y en teatro la fragua, echo de menos este taller. Y aunque no me gusta hablar mucho, me hace falta hablar con mis compañeros y compartir opiniones y costumbres con ellos. Fue una buena experiencia, porque trabajé en una rama del teatro que nunca había tocado y creo que a pesar de mis errores, no estuve tan mal. Por lo menos terminé.

--Rigoberto Fernández







Para hacer una contribución al trabajo de teatro la fragua :


Contribución en línea

 

Contribución por teléfono

 

Contribución por correo

Cliquee aquí para hacer una contribución en línea con una tarjeta de crédito.  Toda contribución en línea está en el sistema GeoTrust para la máxima seguridad en línea.

 

Llámenos desde dentro de los Estados Unidos a 1-800-325-9924 y pregunte por "the Development Office" (sólo inglés).

 

 Mande un cheque para teatro la fragua a:

teatro la fragua

Jesuit Development Office

4517 West Pine Boulevard.

Saint Louis, MO 63108-2101

EE.UU.



Volver al índice de noticias tlf

Volver a la página principal de tlf

Escríbanos al teatro la fragua

Copyright © 1998 por teatro la fragua