En la última quincena de enero,
Dagoberto
Bonilla y Chito Inestroza viajaron a Costa
Rica para dar un taller de dramatización de
los evangelios en una comunidad a la falda
del volcán Irazú. (Mientras estaban allá, la
esposa de Chito dio a luz a su segunda
hija.) En la clausura, todo el pueblo se
reunió en la parroquia para apoyar el trabajo
de los jóvenes de la comunidad. Nos han
escrito que están planificando una gira a
varias partes de Costa Rica.
Dago y Chito se quejan del frío horrible--
hasta de 10C--en el lugar donde impartieron
el taller. Oscar Cardoza pasó el mes de
febrero en Carroll College en Waukesha,
Wisconsin, EUA (hablando del frío), gracias
a la invitación del profesor David Molthen.
Además de titiritar en la nieve por primera
vez, montó varias piezas cortas de tlf con
los universitarios de Carroll College.
"Me gustó mucho el trabajo: los muchachos
estaban muy dispuestos a recibir el mensaje
del teatro aún sin conocer lo que es
Centroamérica. Teníamos sólo un mes para
el montaje, pero fue un grupo especial: los
sentí con corazón y alma porque trataron de
vivir lo que estabamos montando y están
con ansias de conocer Honduras y de
conocernos a nosotros personalmente. (Y
después de la experiencia de andar sobre la
nieve, prefiero desde ahora verla por medio
del cine.)"
Y un comentario desde Carroll College:
"Señor Cardoza ha tenido una influencia
grande en las vidas de las personas con
quienes ha trabajado durante su estancia.
Ha traído a Carroll College y a los Estados
Unidos muchos aspectos importantes de la
cultura hondureña y por medio de su trabajo
teatral, podemos apreciar la cultura y las
emociones que el teatro la fragua pinta. Su
visita fue una experiencia de toda la vida
para él y para nosotros.
Seguro que han oído hablar de la película
cubana Fresa y
Chocolate, que ha
ganado premios en varios festivales de
cine, y que es la primera película cubana
nominada para un Oscar. Los que viven
en Progreso ya tuvieron la oportunidad
de ver la versión teatral de la misma
obra, La Catedral del
Helado, como
parte de la Temporada 1994 de teatro la
fragua. El periodista sampedrano Jorge
Orellana escribió sobre esas
presentaciones:
En momentos en que los balseros
cubanos desafían el mar del estrecho de
La Florida, Osmel Poveda llegó a
Honduras con pasaporte legal del
gobierno de Cuba y la visa del gobierno
hondureño. Su llegada no fue cubierta
por las grandes cadenas de televisión ni
los importantes rotativos.
Pero contrario a su entrada silenciosa a
nuestro país, Poveda dice más de las
circunstancias políticas, ideológicas,
económicas y culturales de Cuba que lo
que dicen muchas noticias que nos
llegan del extranjero. Si bien La
Catedral del Helado, obra presentada
el pasado fin de semana en el teatro la
fragua de El Progreso, es un
monólogo
basado en el cuento "El lobo, el bosque
y el hombre nuevo" del escritor cubano
Senel Paz, ganador del premio
internacional "Juan Rulfo" en 1990, no
por ello deja de estar más llena de voces
que la de un grupo. Dice el crítico teatral
cubano Francisco López Sacha, "un
personaje único dialoga sobre el mundo
en que vive con fuerza y una libertad
expresiva poco usuales en nuestras
obras de arte. Frente a una copa de
helado en Coppelia (heladería de La
Habana) comienza la aventura
fascinante, por ser casi imposible, de la
amistad entre un joven comunista parco,
tímido, asediado por todos los prejuicios,
y un homosexual fabulador, religioso y
solitario.
A partir de esa relación, Poveda crea
una atmósfera basado en recursos
teatrales austeros pero cincelados hasta
en su último detalle. A pesar del rostro
inequívoco del actor, los personajes
Diego y David surgen con identidad
física, psicológica, cultural y social dentro
de un juego polisémico de los elementos
escenográficos capáz de generar
visiones hasta en las personas de más
corta imaginación
Ese logro se denota en lograr mantener un
auditorio por más de una hora en sus asientos,
pues la destacable actuación de este
licenciado en artes escénicas, poseedor de una
expresión corporal envidiable en muchos
actores, nos hace vivir las alegrías y tristezas,
miedos y fortalezas de sus personajes, hasta
arrancarnos risas, tensiones y confrontar esa
gama de sentimientos encontrados sostenidos
en los andamiajes del prejuicio y, porque no,
hasta desnudar nuestra sensibilidad ante
quienes sufren el marginamiento producto de
su forma diferente de ser, como en la escena
donde Diego (Poveda) toma el banco y se
consuela en él, en un silencioso y tristísimo
vals, porque siente que ya no puede más vivir
en Cuba a pesar de su amor a la patria y el
apego a su cultura y, aún, a los ideales de su
revolución y porque sabe que su amistad con
David, pronto será un recuerdo.
Como bien lo decía el filósofo francés
Renato Descartes: "La verdad está al
alcance de nuestras manos, pero no
todos la vemos a causa de nuestros
prejuicios". Y "La catedral del
helado"
es un develar de esos prejuicios y una
historia de amistad; pero es ante todo un
canto a la tolerancia y a eso que Benito
Juárez llamó como "el respeto al derecho
ajeno" que es la paz.
Nos preguntan con frequencia, "¿Porqué
hacen teatro en un lugar como
Honduras, donde hay tantas cosas
básicas que le hacen faltan a la gente?"
Al estar leyendo la revista The
Nation el
mes pasado, encontramos un artículo
por Arthur C. Danto que contesta
elocuentamente. El escribe:
Homo artísticus
La noticia del conjunto espectacular de
pinturas paleolíticas recién descubiertas en la
región Ardèche de Francia nos llega en un
momento oportuno. El esplendor y la
vitalidad de estas imágenes exigen un cambio
de nomenclatura, de Homo sapiens a
Homo artísticus; esto pone la
fabricación
del arte en una nueva perspectiva.
Desde tiempos antiguos, se considera
que la razón--sapiencia--es lo que nos
distingue de los otros animales. Pero los
filósofos progresivamente se han
persuadido que el razonar es, en las
palabras de David Hume, algo que
"poseemos en común con las bestias."
Sin embargo, somos los únicos animales
que fabricamos el arte. La emoción
despertada por las pinturas de las
cavernas nos vuelve a nuestra esencia:
el arte no es un adorno superfluo sino
que es parte de nuestra humanidad
fundamental.
Nadie sabe que papel el arte representó en la
vida de nuestros semblables et frères
paleolíticos, pero podemos inferir
algunas cosas. La fabricación del arte no
podía ser una actividad elitista. Tenían
que estar convencidos que la fabricación
de imágenes era para el bien común; la
vida era demasiado exigente para
mantener actividades frívolas. Eso quiere
decir que la vida sin arte era tan
inconcebible para el Homo
artísticus
como la vida sin comida, sin ropa, sin
albergue: era una necesidad. Quizás no
una necesidad animal, pero una
necesidad esencial para el animal
artístico que la humanidad paleolítica ya
era. Por todo lo que sepamos, se
organizó la totalidad de la vida alrededor
de la producción de estas imagenes, y
los animales pintados definieron el
mundo para nuestros primeros
antepasados, de la misma manera que
las imagenes de deidades definieron el
universo de los Egipcios, o las imagenes
de santos el mundo de los Europeos que
vivieron en la sombra de catedrales. Es
de suponer que había más medios que
carbón de leña y hematita sobre piedra
caliza, pero las pinturas sobre cueros
animales, corteza de abedul o la piel
humana han desaparecido desde hace
mucho tiempo. Es pura suerte que
sobrevive lo suficiente del arte de veinte
milenios atrás para corregir el prejuicio
que el arte es solamente un pasatiempo
para los sofisticados rendidos de una
élite.
...La verdad paleolítica es que el arte
no es una distracción elitista sino una
necesidad esencial, dada la taxonomía
que las cavernas han ayudado a
clarificar. Quizás, para un período
prolongado de la historia americana, la
experiencia del arte se creía algo que
pertenecía solamente a una élite que
tenía el tiempo o el gusto para ella; pero
esa creencia es falsa. El arte tiene que
estar lo más accesible posible; y es parte
de la vida, no algo apartado en una
existencia vestal para el provecho de un
sacerdocio de estetas y especialistas. La
controversia no es un concomitante
necesario del arte. Pero sería difícil
explicar la profundidad de la controversia
que el arte despierta si fuera verdad que
el arte es solamente un adorno frívolo.
Dada nuestra naturaleza esencialmente
artística, ya es tiempo para comenzar a pensar
en el arte no como un lujo sino como un
derecho. ¿Cuántos derechos nos llegan tan
barato o significan tanto?
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