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Vol. xxvi #2

Junio, 2005




Atrapados en Azul
Despierta la poesía en El Progreso





"...El poeta debe aprender de los demás hombres. No hay soledad inexpugnable.
Todos los caminos llevan al mismo punto: a la comunicación de lo que somos".

--Pablo Neruda



A mitad del año 2003, teatro la fragua decidió apoyar la inquietud de un grupo de jóvenes de utilizar las instalaciones del teatro para leer poesías, propias y también ajenas, en un ambiente de palabras y acordes de guitarras. Nacía el proyecto poético Atrapados en azul. La finalidad de estos jóvenes era que la poesía también tuviera una tribuna desde donde alzar su voz para despertar la sensibilidad y el espíritu, amenazados por la rutina. Poco a poco fue naciendo un espacio de entusiasmo y creatividad artística donde los versos invocan la memoria de aquellos poetas que cantaron al amor, a la solidaridad entre los humanos, y a la frágil pero tan necesitada esperanza. El proyecto ha cumplido dos años, y sigue creciendo, alimentado por la convicción de que si en una sociedad calla la voz del poeta, también la vida al final callará.

El año pasado se celebraron cien años del nacimiento de Pablo Neruda. Cuando todavía el homenaje mantiene su frescura, es oportuno reflexionar sobre el significado y la importancia de que un grupo de jóvenes, músicos unos, y aprendices de poetas los otros, hayan reunido su inquietud y su talento, su "ingenua" fe en el poder de la poesía, dando lugar al movimiento Atrapados en azul. Una osadía que no deja de ser curiosa en un tiempo más seducido por lo práctico y mercantil, que por la interior aventura de lo poético.


En La poesía no habrá cantado en vano, el discurso pronunciado por Neruda al recibir el Premio Nobel de Literatura en 1971, confiesa el poeta chileno:

Yo no aprendí en los libros ninguna receta para la composición de un poema; y no dejaré impreso a mi vez ni siquiera un consejo, modo o estilo para que los nuevos poetas reciban de mí alguna gota de supuesta sabiduría.

Cuando he asistido a la lectura de los poemas de Los atrapados, me doy cuenta que la receta de donde salen sus versos no está en que hayan leído este o aquel libro. Esa fórmula ellos la han encontrado en el humilde contenido de sus propias vivencias, y en una insumisa rebeldía, que encontró en la poesía el medio para expresarse.

Los jóvenes de Atrapados en azul llegaron procedentes de muy distintos caminos: unos desde los institutos de la ciudad; otros de lugares costeros y rurales, habitados con las imágenes y sonidos de la campiña; algunos de las universidades, del asfalto, del calor y el polvo. Muchachos y muchachas unidos por la amistad, y por la inquietud de construir un espacio que no existía en la ciudad de El Progreso. Tal vez sus creaciones no sean perfectas y sus versos, apenas empezando a gatear, no consigan la estética merecedora de una distinción en el exigente, difícil y a veces caprichoso universo de la literatura. Pero estos jóvenes han obrado un prodigio en un ambiente desértico y hasta hostil a las expresiones artísticas: atreverse a escribir poesía, una poesía sin rubor a la crítica, alumbrada en la soledad, y dispuesta a darse, como un elemental y modesto alimento, al público que de modo paulatino han ido reuniendo a su alrededor, que se ha identificado con las inquietudes de distinto color expresadas en ese balbucir nocturno de versos de juventud.


En otra parte de su discurso dice Neruda:

El poeta no es un "pequeño dios"... el mejor poeta es el hombre que nos entrega el pan de cada día: el panadero más próximo, que no se cree dios. El cumple su majestuosa y humilde faena de amasar, meter al horno, dorar y entregar el pan de cada día, con una obligación comunitaria. Y si el poeta llega a alcanzar esa sencilla conciencia, podrá también la sencilla conciencia convertirse en parte de una colosal artesanía, de una construcción simple o complicada, que es la construcción de la sociedad, la transformación de las condiciones que rodean al hombre...

Ese compromiso comunitario está presente en el colectivo Atrapados en azul. Hacer de la poesía ese alimento que nutra la sensibilidad, y proporcione la energía de espíritu para combatir todo aquello que en nuestro tiempo roba y envilece nuestra humanidad. Neruda compara el arte de la poesía con el sacrificado oficio del panadero, de los trabajos el más anónimo pero el más vital. No es sencilla la labor de ese artesano que es el panadero. Expuesto al calor, cansadas las manos y los músculos de amasar la masa una y otra vez; despierto desde muy temprano, mientras el resto duerme; esperando las voces del alba, para llevar a la mesa de todos su producto. Sacrificio y paciencia también han sido constantes en el trabajo de los atrapados. Desde formar el colectivo, trabajar cada uno en la elaboración de sus materiales, acondicionar el teatro con pinturas hechas por ellos mismos, crear un ambiente íntimo de luces tenues, hasta disponer la mesa propicia para el banquete de versos, música y canto. Nadie en el colectivo aspira a la fama, como ningún panadero a la vanidad, sólo al intento de dar una oportunidad para que otros jóvenes se acerquen a ese necesario ejercicio poético, que permite ver y experimentar el mundo de una manera diferente.


Los poemas de Atrapados están influenciados por hermanos mayores como Bennedetti, Shakespeare, Neruda, Amaya Amador, Indira Flamenco. En ellos han hallado los jóvenes del colectivo un estilo. Los poemas de Atrapados en azul hablan del amor y del desamor, celebran la vida; denuncian con belleza, más allá del panfleto político, a las mentiras e injusticias; versos que son aliento, que emanan resistencia, alegría y optimismo, que iluminan otro sendero por donde deberíamos dirigir los pasos quienes vivimos en esta región de eterno calor y fugaces aguaceros. Es la militancia por la que han optado estos admirables muchachos y muchachas de El Progreso. Por eso advierte Neruda:

"Y aunque mi posición levantara o levante objeciones amargas o amables, lo cierto es que no hallo otro camino para el escritor de nuestros anchos y crueles países, si queremos que florezca la oscuridad, si pretendemos que los millones de hombres que aún no han aprendido a leernos ni a leer, que todavía no saben escribir ni escribirnos, se establezcan en el terreno de la dignidad sin la cual no es posible ser hombres integrales".

Fieles a esa tradición, el colectivo está llevando su trabajo hacia zonas rurales del país, donde el analfabetismo hace de las suyas, para motivar a otros jóvenes sobre la importancia de la lectura y las artes. También están impartiendo varios talleres de poesía y música en aquellos lugares donde la dignidad humana es puesta en entredicho, y donde la educación elemental es deficiente. De esas experiencias, de andar de aquí para allá, va brotando la vida que después se convierte en verso, en canción comprometida.

Con el trabajo de los Atrapados la poesía ha puesto su tienda de esperanzas y sueños. Se alzan las voces de los jóvenes que todavía creen que un verso, por sencillo y modesto que sea, tiene poder para transformar a quien lo escribe, y a quien después lo recibe. Si estos jóvenes siguen por ese camino harán posible, para este tiempo y esta circunstancia, que el canto de la poesía no transcurra en vano.

Carlos M. Castro


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