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Vol. xxvi #3

Septiembre 2005



Las aventuras de Alicia en el país de las maquilas

Alice H. Beaver




Cuando estuve en el primer año de mis estudios avanzados de teatro para jóvenes en la universidad Arizona State, una profesora, cuya especialidad es el teatro latinoamericano, me recomendó que investigara algo sobre teatro la fragua por mi interés en trabajar con las poblaciones marginadas. Por mas que investigaba sobre el teatro, más emocionada me puse. Contacté al teatro y le desaté a Jack una lluvia de preguntas. Pero como siempre pasa en los programas de estudios, mi pasión por el teatro se relegó a segundo plano a la medida que nuevos intereses y tareas llenaron el espacio. Pasaron los años, pero el teatro me quedaba presente. Por fin se abrió un espacio vacacional y volví a contactar a Jack y le pregunté si podría llegar para trabajar con el teatro. Le expliqué mis especialidades teatrales y me dijo que llegara a Honduras. Compré el boleto y me puse en camino. Tengo que confesar que estuve muy nerviosa sobre la llegada al teatro y a El Progreso. No sabía qué esperar ni qué esperaban de mí.

La ciudad de El Progreso resultó muy distinta a otras ciudades que conocía de Centroamérica. No fue fundada como ciudad colonial, sino como centro de las compañías bananeras. Por eso carece de arquitectura colonial y un parque central. Sospechaba que la ciudad no iba a ser mucho cuando descubrí que las guías turísticas apenas la mencionan.

El centro de la ciudad muestra mucha actividad, con negocios, bancos, taxis, bicicletas, buses. Pero aparte de la constante actividad, es sumamente olvidable -- excepto por los casi-accidentes que tuve en la bicicleta con taxis, peatones, otra bicicleta, carretas de caballos, o con un perro o una gallina. Encuentros con el desastre son difíciles de olvidar. El centro tiene unas pocas calles pavimentadas. Todas las zonas residenciales tienen calles de polvo y piedras con grandes baches, que son difíciles de navegar en una bicicleta sin amortiguación. ĦLo consentida que es una gringa!

Vivía con la familia de uno de los actores de la compañía, Wilson Gómez, a una cuadra de la calle principal. Su casa fue bonita y tenía comodidades modernas. Después de terminar de leer todos los libros en inglés que había traído, me encontraba parqueada en el sofá de noche, navegando por los canales de cable. Podría ser otra noche normal en los Estados. Pero por todas las comodidades que tenía la casa, lo super raro fue la situación del agua. Al final de mi primer día en el teatro estuve todo sucia y sudada, anticipando la frescura de una buena ducha. Fui al baño, me desnudé y me paré bajo la ducha y di vuelta a la llave. Y no pasó nada. No había agua. Resulta que la ciudad corta el agua al azar. Estaba segura que tenía que existir alguna clase de horario fijo de abastecimiento de agua, y estaba determinada a deducirlo. ĦQué equivocada estuve! No había ninguna lógica al horario de cortes. Unos días el agua quedaba todo el día; otros se cortó al mediodía y no volvió a aparecer hasta el día siguiente, sin importar el día de semana que era. Me frustró en grande. Pero con el tiempo, como con cualquier inconveniencia, aprendí a vivir con la realidad.

Mi tiempo en el teatro fue extraordinario. Nunca había un momento para aburrirme; siempre tenía montón de trabajo. El plan original había sido que yo trabajara con un grupo de alumnos de secundaria, pero eso no resultó. Entonces me cayó el trabajo de construir el vestuario para la obra Misión a la Isla Vacabeza y el ballet Pedro y el lobo. La compañía había estado en Guatemala recientemente y había conseguido yardas de bellas telas mayas. El vestuario siempre ha sido una pasión especial mía, pero no tenía mucha experiencia en la construcción. Si, había hecho unos pantalones en la universidad y había intentado trabajos en el taller de vestuario en la escuela para graduados. Pero mi conocimiento real de vestuario y costura es de mi niñez bajo la tutela de mi mamá. Había actuado en Odyssey of the Mind y pasaba mucho tiempo en la máquina de coser inventando extravagantes vestuarios y utilerías. Entonces cuando Jack me pidió que construyera el vestuario, acepté la tarea. Sabía costurar y si no sabía algo del proceso siempre podría aprenderlo. Fracasemos o no.

Hice todo el trabajo de costurar en la escuela técnica que queda al lado del teatro. Todas las mañanas recogía la tela y caminaba para allá en medio de una lluvia de rechiflas. Las muchachas y la maestra siempre me saludaban con una sonrisa, pero siempre iba pensando que estas muchachas están aquí entrenándose para poder conseguir trabajo en una maquila, donde algún día fabricarán la ropa que yo compraré en los EE.UU. He comenzado a revisar las etiquetas de la ropa: si no es Honduras, es Singapur o Tailandia.

Unos días las muchachas se arrimaban a mi alrededor para verme costurar. Me daba algo de pena porque costuro de la misma manera que camina un marinero borracho. Pero con el tiempo me acostumbré a tener público y como resultado mis habilidades mejoraron bastante.

Para Misión a la Isla Vacabeza, el concepto del vestuario fue El Mago de Oz al revés. La obra comienza en la corte maya en Copán, con colores brillantes; el héroe viaja a la isla oprimida donde prevalecen blanco, negro, gris, y colores desteñidos. De la colorida tela maya fabriqué taparrabos y capas para los guerreros. Para los campesinos de la isla, despedacé camisetas de las tómbolas, tiendas de ropa de segunda llenas de cosas desechadas de los EE.UU., y usé los pedazos para fabricar una clase de poncho. El resultado fue efectivo. La primera escena es como un viaje a Oz, pero tan pronto como el héroe desembarca en la isla, la única fuente de color fuerte es su capa de "real guerrero errante."

Pedro y el Lobo siempre ha tenido un lugar especial en mi historia teatral. Cuando fui niñita, bajaría al sótano y pondría la versión de Capitán Canguro en mi tocadiscos Fischer Price. Me pondría a bailar por horas, actuando todos los papeles. Estaba encantadísima cuando descubrí que la escuela de ballet del teatro estaba montando su propia versión del ballet.

De nuevo, usaría la tela maya para el vestuario; también le pedí a mi mamá que me mandara viejos leotardos y mallas y elementos varios de vestuario que ella y sus amigas podrían localizar. La caja llegó justo antes de que terminara el vestuario para Misión a la Isla Vacabeza. Iba clasificando y organizando todo y escogí piezas que transformaría.

Pedro estaba en vestuario sencillo, una capa roja; y el Abuelo en una capa de negro y azul. Los cazadores, que también forman el bosque, tuvieron pantalones, sombreros y ponchos de la tela maya. Lo más divertido fue el crear el vestuario para los animales. El pato tenía plumas alrededor del cuello y cinturón, hechas de la tela Maya amarilla sobre una base de mallas teñidas un amarillo encendido. El pájaro usó plumas de un viejo disfraz estilo Diana Ross, junto con un cinturón de plumas fabricadas de la tela maya morada. Anaranjado fue el color del gato; tenía garras, una cola y una cinta de la tela maya. La cabeza estaba cubierta de una gorra vellosa con orejas. Y finalmente el lobo, todo de negro con una cola como serpiente, tenía una presencia amenazante con sus garras peludas y un gran cabezón peludo.

Después de ver toda la compañía en el vestuario para las dos piezas, Misión y Pedro y el Lobo, no podía creer que (gracias a Dios, con mucha ayuda) lo había logrado. Llegando al teatro con un conocimiento muy básico de vestuario, salí de la experiencia con una nueva confianza, que fue muy gratificador. Mi aventura en Progreso y teatro la fragua fue emocionante y difícil, pero creo que la experiencia me ayudará mucho en proyectos futuros, y se que las relaciones humanas que formaba allá van a durar mucho tiempo.

--Alice Beaver


(Alice H. Beaver es de Johnson City, Tennessee. Cursó el programa de la universidad Rollins College en Winter Park, Florida, para obtener el título de B.A. en Artes Teatrales. Estudiaba actuación en el conservatorio de Stella Adler en Nueva York y en la Academia Real de Arte Dramático en Londres. Actualmente está en el último año de estudios para el título de M.F.A. en Teatro para Jóvenes en la universidad Arizona State en Tempe, Arizona. Recientemente, su enfoque ha estado en la creación de obras nuevas que promuevan el diálogo comunitario. Trabaja con la compañía Childsplay, Inc., como artista docente y vive en el centro de Phoenix.)






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