noticiastlf Vol. xxviii #2
Junio 2007

Fotografías del pasado y del presente:
Perspectivas de una gringa



 

Durante tres semanas, tuve la buena suerte de poder visitar el teatro la fragua en El Progreso, Honduras. He conocido el teatro durante muchos años; mis padres y el Padre Jack estudiaron juntos en la Goodman School of Drama en Chicago, y durante toda mi vida, he visto calendarios y boletines, al igual que visitas del Padre Jack cuando él venía a los Estados Unidos; inclusive hospedamos en mi casa en Chicago a los actores durante su gira en los Estados Unidos hace unos seis años. El Padre Jack siempre me había invitado a visitarlo, y cuando decidí estudiar un semestre en Nicaragua, una visita por Honduras parecía excelente manera de practicar mi español y de conocer a Centroamérica en compañía de un grupo de personas que han vivido allá durante toda la vida. Sin duda, mi visita al teatro me enseñó mucho más que el idioma.


Vivía en casa de Wilson Gómez, un actor del teatro. Todos los miembros de esta familia grande tenían mucha paciencia con mis tropiezos en español, y me di cuenta que se puede compartir mucho a pesar de la barrera de idioma. El Padre Jack me puso a trabajar en la organización de viejas fotos y negativos. Esta fue una forma maravillosa para conocer la larga trayectoria del teatro, su evolución a través de los años, y la variedad de actividades y la riqueza cultural que brinden a El Progreso. Hubo fotos de presentaciones en lugares que no reconocí, dando testimonio al hecho de que el teatro sirve también a otras partes de Honduras y otros países. Pude apreciar la enorme cantidad de obras que han producido, y pude ver la gran variedad de obras que han seguido presentando año tras año con un elenco cambiante. Pude ver actores que ahora rondan los treinta años o más, cuando todavía estaban en su adolescencia. El teatro no sólo les ha proporcionado a estas personas trabajo y sustento, sino también les ha proporcionado un hogar.

Había rostros que reconocí, pero muchos de la compañía actual no aparecían en ninguna: los actores que habían ingresado al teatro después del cambio de las cámaras convencionales a las digitales. Sin embargo, a través de los años y siguiendo con la cronología de las fotografías del grupo, pude ver al sonriente y animado grupo que aunque con diferentes caras siempre seguía siendo la misma compañía de actores y amigos. En Honduras, donde el empleo es escaso, y no se diga de los buenos y seguros empleos, la oportunidad de poder expresarse, y a la vez de mantener a una familia es sin duda un verdadero y raro don. Es un invaluable servicio que el teatro proporciona a estas personas, a sus familias y a toda la comunidad.

En las fotografías, observé que el teatro no sólo crea una gran variedad de producciones teatrales; también presta diferentes oportunidades culturales a la comunidad. Su estilo teatral incorpora la danza y la música, e invitan a otros grupos de todo el país e incluso de otros países a presentarse en el teatro en El Progreso: mientras estuve en el teatro, un grupo de Tegucigalpa interpretó el Tartufo de Molière para un auditorio lleno. Ofrecen clases de baile para niños durante las tardes y proyectan películas infantiles los domingos: cuando regresé al teatro después del almuerzo mi primera tarde me sorprendió el ver muchas niñas en zapatillas de ballet y tutús saltando y bailando por el escenario. Este tipo de compromiso profesional con la comunidad es esencial para el bienestar general de esa comunidad, y también para ofrecer a los niños oportunidades que no les ofrece el sistema escolar. El teatro ha proporcionado un espacio seguro para la expresión teatral y cultural para personas que de otra forma carecerían de este tipo de experiencias.

Durante mi estadía, acompañé al teatro en una gira de una semana a la Ciudad de Guatemala. Hicieron presentaciones en escuelas, universidades, y centros culturales. Fue una increíble manera de ver al teatro la fragua en acción: su esfera de influencia se extiende mucho más allá de la ciudad de El Progreso. Tienen una increíble habilidad de utilizar telones y luces para convertir un salón de conferencias, una cafetería, o un oscuro y feo rincón en espacio teatral: transforman el espacio, esté dónde esté, con enorme facilidad.

La presentación de la gira tenía tres partes: la primera fue adaptación de una obra de Luís Valdez de California, un pionero del movimiento teatral latino en los Estados Unidos. La segunda fue una pieza de guitarra clásica escrita por el músico del teatro, German Barahona. La última fue una obra que el teatro la fragua ha presentado ya por muchos años, que trata de la relación entre un terrateniente y un campesino que trabaja en sus tierras. La interacción entre los personajes refleja la estratifación y las disigualdades de la sociedad; pero a la hora de intercambiar roles el oprimido se convierte en opresor - sólo que peor que el patrón original - aunque después de corregir la injusticia deja todo el poder. Estas presentaciones hablan directamente de las experiencias de su público; tocan asuntos que afectan a las comunidades y le transmiten el mensaje al público a un nivel íntimo. Los temas llevan una importancia social para las vidas y la historia de los Centroamericanos. Están logrando educar a las personas acerca de la importancia de su propia cultura, historia y arte: les muestran a los jóvenes su propio potencial.

También visitamos una clase de teatro donde los actores y músicos hablaron con los estudiantes sobre el por qué hacen lo que hacen y el gran orgullo que sienten al hacerlo. Hablamos con potenciales actores del futuro que querían saber cómo es la vida y el trabajo de un actor, y les explicamos las temáticas de las obras. De esta forma, el teatro la fragua logra cultivar la sociedad más amplia, extendiendo la consciencia de los valores del arte y el teatro.

Y más importante de todo, observé en el trabajo del teatro una manera extraordinaria de relacionarse con el público. Combinan la vida y el arte, la historia y la sociedad con el teatro, y las experiencias cotidianas con el enriquecimiento cultural en un ambiente en el que, tanto en el pasado hasta el día de hoy, hay muy poco tiempo o dinero para el arte. El teatro la fragua les brinda un sentido de identidad cultural y de orgullo. Por medio de las fotos viejas que organicé y las nuevas que yo misma tomé, he llegado a conocer un pequeño astillo de la realidad del teatro la fragua. Son un grupo increíble de personas que han logrado realizar su potencial y que ayudan a sus comunidades a hacer que el mundo sea un mejor lugar para vivir. Me siento privilegiada de haber llegado a conocer a estas personas, y el haber sido recibida con beneplácito en sus vidas y trabajo. Estoy sumamente agradecida con todos ellos y espero regresar muy pronto.

---Eleanor Fort




Naomi Gómez y yo escuchamos música.


teatro la fragua ofrece un espacio para una variedad de actividades culturales.


Dos de los integrantes practican la guitarra en los camerinos.


Encuentro un amigo nuevo en Guatemala.


Arreglando el escenario. El grupo pone luces y el telones para una presentación.


El peón que se vuelve patrón nos enseña una realidad.


Los integrantes del teatro en su gira de Guatemala.




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