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Vol. xxix #2

Junio 2008



teatro la fragua
el Jaguar de Honduras

--Eduardo Núñez Negrete




...cuando el jaguar ruge, un estremecimiento sacude la maleza, como si tal rugido proviniera de lo más profundo e intrincado del tiempo.
--López Moreno



Dicen que los herederos de las grandes revoluciones son siempre más radicales que sus inspiradores. No se muy bien los motivos, pero conozco un poco de la historia de los jesuitas en Honduras, y en verdad está llena de hombres que fueron forjados con un gran temple, para luchar en contra de la injusticia. teatro la fragua es el sueño hecho realidad de un hombre, es la voz de un pueblo oprimido, el altar donde entregan su corazón hombres y mujeres hechos grandes actores, es un jaguar que lucha por mantener la fuerza de su rugido, es el lugar donde he dejado para siempre parte fundamental de mi corazón.

Como antropólogo he aprendido que el tesoro más valioso de un pueblo, son sus tradiciones y su cultura. Hoy en día el monstruo del imperialismo contamina y destruye desde las raíces a muchos pueblos en Latinoamérica. Nuestra propia sociedad se ve corrompida por la violencia y el desempleo, gobiernos desinteresados por la educación y la cultura: son realidades que compartimos, pero que pocos reconocemos y sólo algunos le hacen frente a ese gigante lerdo capitalista.

Hay quienes en medio de la pobreza extrema y la violencia en que constantemente viven, han tomado el camino de la lucha armada; pero hay quienes han tomado un camino tal vez más difícil, si se considera una lucha constante a lo largo de varios años, donde su fusil y sus armas son la retórica y la actuación. Son el teatro la fragua y el padre Jack Warner, quien en una labor de casi treinta años ha formado conciencia en un lugar que tiene sed de ella, ha formado distintas generaciones de grandes actores, pero sobre todo ha hecho de ellos una gran familia.

Es esa gran familia la que nos ha recibido en Honduras. Desde el primer día, dos personas que hoy las llamo hermanos, nos recibieron en el aeropuerto para conducirnos a Progreso, Yoro: Esteban Canales y su primo German, de quienes aprendí cosas muy valiosas. Creo firmemente que cada persona que llega desde distintas partes de este mundo al teatro del padre Jack Warner, no solamente descubre la riqueza de posibilidades del teatro como arma fundamental en contra de un mundo globalizado, que ha olvidado a ese teatro que no quiere ser cortesana de la gente de dinero; sino que descubre también y comparte la calidad de personas con un noble corazón.

Si te das la oportunidad de vivirlo junto a ellos, puedes ser parte de su trabajo constante en el teatro; así lo descubrió mi amiga Adriana y yo mismo estando con ellos: se siente el espíritu de un Grotowsky latinoamericano. Me gustaría poder ser capaz de describir lo que sólo puede ser sentido y vivido. Quizás mis palabras no puedan transmitirte lo que para mi fue estar al lado de grandes leyendas aun vivas, comenzando con el padre Jack Warner, Edy Barahona, José Ramón Inestroza, Rigoberto Fernández, Esteban Canales, Julissa Reyes, Tony Díaz, y Gimena Cartagena.

Por un pequeño instante de tiempo me dieron la oportunidad de revivir nuevamente la magia y la mística de estar sobre un escenario.

En Cristo lo combativo no es ocasional, es su manera de ser; yo me atrevería a decir que Jesús, no quiere gente quejumbrosa, sino valiente. No estoica con frialdad, sino cálida en el amor generoso, sencilla y fuerte: el tipo de gente del teatro la fragua, guerreros de ese espíritu combativo de Cristo.

Quedó atrás el tiempo donde los hombres podían ser entretenidos con promesas del cielo. Ya reclaman, como derecho inalienable, establecer, aquí, en la tierra el reino celeste. Honduras ha vivido y vive tiempos difíciles.

Una prueba de que la conciencia de la responsabilidad del artista no está lo bastante desarrollada es que en las horas difíciles que atraviesan los pueblos, la mayor parte de ellos callan ante las persecuciones de los gobernantes imperantes: nadie pronuncia una palabra en contra. Los Progreseños en Honduras tienen una voz que se levanta en estas horas, con el valor de protestar ante las actitudes de la tiranía. Es esa misma voz quien rescata las raíces y las tradiciones de un pueblo que busca consolidar su identidad. Amigo lector, te invito a que descubras los Cuentos Hondureños: las historias de dos picaros como son tío coyote y tío conejo, la historia del origen del maíz con un viejito de un carácter terco pero simpático y Nompuinapu'u, el joven dios dueño del maíz, y conozcas una parte de un gran trabajo.

Las máscaras en los pueblos primitivos tienen un fin mágico: convierten al que las usa en un nuevo ser y producen por imitación lo que se desea. Los actores de la fragua, poseen un juego de máscaras vivas que invaden todo su cuerpo y por ello producen sobre el escenario la magia de la creación. Es el actor que utiliza los medios elementales de su cuerpo para narrar y darle vida no sólo a los personajes sino a todo un mundo: tierra, aire, fuego y agua toman forma a través de los cuerpos.

Las palabras y actos deben contribuir a unir, y no a dividir. Tal vez una canción o un cuento no pueda cambiar el cauce de un río; tal vez el arte no pueda ser un disparo certero que acabe con la vida del tirano; tal vez el teatro no pueda vestir ni alimentar al pobre. Pero viendo al teatro la fragua tengo por seguro que el arte, una canción o cuento y el teatro mismo es alimento del alma, y da vida y fortaleza al que menos tiene.

No se puede cambiar el cauce de un río, pero pasada la tempestad de un huracán, se puede ganar la risa de un niño.

Querido teatro la fragua, jamás pierdas la fuerza de tu rugido. Muchas gracias a todos; con ustedes dejé de ser mexicano para volverme su hermano latinoamericano.

-- Eduardo Núñez Negrete

(Eduardo Núñez Negrete es antropólogo que reside en México D.F.)







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