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Vol. xxxiii #1

Septiembre 2012


La Fragua: 33 años de teatro popular







El 26 de enero de 1979 el Papa Juan Pablo II llegaba a México; era la primera de las cinco visitas que hizo a ese país. Está demás explicar que no pasó desapercibido; miles de personas lo esperaban. Ese mismo día, un sacerdote Jesuita de 35 años, que además de teología tenía un master en teatro, arribaba a la ciudad de El Progreso, Honduras. Aunque era su segundo viaje a esa ciudad (el primero en 1977), no era esperado por miles. Pero desde entonces convirtió a esta nación centroamericana en su segunda patria. Nos referimos al padre Jack Warner.

Jack, a quien es normal verlo en camiseta, pantalón jean y su clásica "cola de caballo" en el cabello, no venia solamente para cumplir deberes parroquiales. Mucho antes de viajar a Honduras había concebido una idea: hacer teatro popular en Latinoamérica. En una entrevista el padre Jack cuenta que la gente pensaba que su plan era montar un cine y nadie entendía su proyecto. Sin embargo, alguien lo invitó a conocer un grupo juvenil en Olanchito y ahí encontró terreno fértil para sembrar su idea de teatro popular.

El 19 de julio de 1979, teatro la fragua montó su primera función en la Ciudad Cívica de Honduras, Olanchito, cuna del escritor Ramón Amaya Amador. Juan Fernando Ávila, en una columna publicada en diario La Tribuna el 12 de julio de 2009 recuerda: "Gracias a mi transito obligado frente al parque Central, en la esquina norte propiedad de la Iglesia Católica, en una casa construida de paredes de adobe, techo de teja, dos puertas y una ventana, atisbé a un sacerdote norteamericano con su evidente e irrenunciable tipología de un clásico 'hipster', antecesor del 'hippie'..., quien vestido de pantalón jean decolorado, camisa ligeramente imprecisa, pelo largo, y excesivos aditamentos que poco o nada expresaban su vocación sacerdotal, y que mas tarde supe se trataba del padre Jack Warner, junto a una generación de jóvenes vanguardistas, habían colocado un rótulo frontal custodiado por dos banderas verde amerelas en la parte superior de la vieja construcción, donde anunciaban la inauguración del teatro la fragua, y la presentación esa noche de la obra 'Dos Juegos X', donde la sociedad tendría la feliz oportunidad de conocer la síntesis de un programa que tuvo su mayor seducción y éxito, con la versión del Teatro Campesino Californiano, Las dos caras del patroncito."

En 1980 la sede se establece definitivamente en El Progreso y en un lapso de 33 años se ha convertido en una de las compañías de teatro más importantes de Honduras y de Latinoamérica. En ese arduo, pero gratificante recorrido, Edy Barahona y José Ramón "Chito" Inestroza, quienes hicieron propias las ideas del padre Jack, son a la fecha los actores más veteranos y solida base de la fragua. Sin perder el sentido lúdico, este grupo ha sabido usar el teatro como herramienta pedagógica, en clara muestra de que por medio del arte es posible generar cambios en el modo de pensar de la población, especialmente en aquella marginada por el sistema.

Desde 1986 esta institución cuenta con una escuela de ballet, donde cientos de niñas han adquirido conocimientos y modelado su carácter. Además, mantiene un programa activo de presentar teatro en las aldeas, así como talleres. También, en conjunto con la Alianza Francesa de San Pedro Sula, la fragua coordina un espacio de cine alternativo, que se lleva a cabo el primer miércoles de mes. Y cada año se realiza la Temporada de Expresión Artística, con la visita de diferentes grupos teatrales, así como del cantautor Guillermo Anderson, uno de los muchos amigos de la fragua. No es un simple grupo de teatro, sino una institución dinámica, incluyente y comprometida (sin discursos, sino con hechos) con el pueblo.

Sin reclamar créditos ante los medios de comunicación y sin afanarse por el reconocimiento público, Jack Warner logró sembrar una semilla que, tomando el lenguaje de la Biblia, ha producido al ciento por uno.

--Carlos Rodríguez
Revista Nocturnal






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