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Vol. xxxiv #1

Septiembre 2013


Una Temporada de Explosión Artística







Aquel día actores y actrices, familiares y amigos, público y disidentes se toparon en la calle. Iniciaba la Temporada de Expresión Artística del teatro la fragua con un desfile inaugural. En su lógica de entender la cultura esta nueva temporada debía iniciar en la calle. En el espacio público que la sociedad ha perdido arrebatado por la violencia, la inseguridad, la suciedad, el crimen organizado y la corrupción y acomodamiento estatal. Fueron a la calle en demanda de la paz con mucha fe y la convicción de que con justicia se puede construir un mundo mejor para todos y todas.

Después hubo que volver a las tablas. Al lugar en el que convergen las actrices y actores con su público. Al sitio en donde hombres y mujeres nos volvemos uno solo en el arte y nos soñamos mundos distintos, o al menos una ciudad de El Progreso distinta a la que actualmente habitamos. Volver para pensar, desde las opciones que nos permite el arte, como reconstruirnos y hacernos otra sociedad, otras gentes, otras culturas.

Este año la Temporada tiene nombres y rostros, tiene identidades y reclamos. La Temporada tiene una fuerte carta de demanda social y el rostro de los que viven en carne propia la marginalidad y pobreza, la soledad y la violencia a la que nos someten las instituciones y administradores públicos a los que se les ha confiado el futuro de la Patria. Juana la Loca y La Casa de Bernarda Alba, por ejemplo, son dos de las obras que nos engalanan en esta temporada y que nos ponen a ver cultura en contextos donde se impone la violencia.

Este año la Temporada se llama Paz. Pero paz conseguida a base de justicia y justicia que se construye desde la legalidad que da la lucha por instituciones incorruptibles y representantes intachables éticamente. Paz que nazca del respeto al derecho de los otros y otras, del reconocimiento de su dignidad humana y de la institucionalización de un esfuerzo que legitime su verdad total y no la verdad a medias que nos vende este modelo económico que asesina impunemente a la especie humana y consolida instituciones ficticias.

Tiene rostros. Rostro de mujer. De mujeres que son víctimas de la violencia social, violencia que viene de los hombres, hombres que son de la sociedad, sociedad que los hace humanos, humanidad que les da ciudadanía, ciudadanos que tiene un territorio, territorialidad que les pone un estado, Estado que les da derechos, y derechos permisivos que dejan que la mujer sea maltratada. Es decir rostro de mujer violentada desde el Estado y todo los engranajes político, sociales culturales y religiosos que las denigran y condenan. La muerte violenta de una mujer en un país que presume un estado de derecho, es la condena moral de una sociedad que presume dignidades mágicas manadas de los dioses y que se jacta de tenerlos presentes en sus maneras de administrarse.

Por eso la Temporada es de identidades y reclamos, porque te permite ponerte en el lugar de los otros, ya no solo como el espectador en el espectáculo sino como el sujeto o sujeta de cambio en la sociedad que se sueña. Tiene la palabra, el talento y el arte para hacer denuncia de aquello que, en esta sociedad de impunidad, corre riesgo de quedarse en el olvido. Es decir las obras y sus actores, los directores y sus guiones nos llevan al disfrute del arte con la conciencia de la denuncia.

Quisiera acabar estas letras diciendo gracias teatro la fragua, lo hacen muy bien. Pero hacerlo de esa manera sería como insinuar que las anteriores temporadas no han estado a este nivel. Prefiero decir adelante teatro la fragua, su aporte a la construcción de sociedades con cultura y desde ahí con dignidad social y económica es determinante en un contexto y una estructura que se resiste al cambio, a reconocer que los hombres y las mujeres están, incluso, por encima de los estados cuando estos les niegan el derecho a realizarse plenamente como personas.

-- Chaco de la Pitoreta









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