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vol. xlii, n° 1

Abril, 2021


Cantar en la fragua

Por Jorge Duarte



Desde que era un niño y me tocaba ir al teatro la fragua por sus temporadas artísticas y luego en el marco de mis obligaciones estudiantiles, sentía que estaba en un lugar “sagrado”: Un lugar donde existe todo lo que se pueda imaginar.

He visto con los ojos de la imaginación a sus actores subir un árbol...y les juro que he visto el árbol, he visto al lobo hablar con San Francisco de Asis, y escuché la voz del lobo, no la del actor. Vi ríos, castillos, ciudades enteras y extensos cultivos, vasos, cuerdas, machetes, y todo cuánto sus actores quisieron que yo viera en un pequeño espacio de quizás ocho metros cuadrados.

Y es que es así, porque la fragua tiene magia, la magia del teatro, del espíritu, de la ilusión. Vuelan en su espacio vidas, historias y leyendas; al entrar en sus tablas se siente la vibra del compromiso, se siente un traje de gala que te envuelve porque es una ocasión especial.

En 1988 tuve la oportunidad de actuar en el teatro con el grupo teatral de mi colegio, y recuerdo haberme sentido importante. Era para mi adolescencia una experiencia religiosa.

Siempre quise tener la oportunidad de actuar de nuevo en el teatro, y, más aún cuando a cada temporada artística he visitado, ahora con mi familia, lo que para mi son las bellas artes progreseñas.

la fragua tiene esa particularidad de tener a los actores a escasos metros, de ver el brillo de sus ojos, sentir el ruido de sus pasos y reflejar sus sombras en primera fila. En la fragua no se pasan desapercibidos detalles porque es en vivo, en directo y en tiempo real. Sin ediciones, y sin espacio para el error.

La vida me ha regalado canas, familia y muchas experiencias musicales desde que hace 30 años me atreví a cantar en público por primera vez, pero recién acabo de alcanzar un sueño, cantar en la fragua.

La pandemia del COVID 19 nos ha robado muchas cosas, pero también nos ha dado otras. En mi caso, la oportunidad de cantar para que la gente en este encierro tenga un poco de entretenimiento, y, con ello he conseguido también mi propia terapia ocupacional con la cual llevar la situación un poco mejor.

En el mes de diciembre del 2020 pensé en que debería hacer un concierto con músicos en vivo y sonando algo acústico, que fuera mío, que más allá del escenario cargado de escenografías lo que resaltara fuera la música, las letras y el mensaje de amor de las canciones. De inmediato pensé: Claro! Obvio! Desde luego! Si en Honduras existe un lugar con ese espíritu donde lo que importa es el mensaje es la fragua!

Confieso que la idea me daba miedo porque la fragua es un santuario de las artes para mi, y, porque lo comercial jamás ha sido la idea de la institución, siempre ha primado el mensaje y la realidad nacional, pero, como si Dios abriera una puerta, un día en las redes sociales del teatro vi que se abría un espacio en las instalaciones, para que los artistas pudieran presentarse y expresarse virtualmente desde su escenario.

De inmediato llamé al número que anunciaban y me atendió muy cordialmente el encargado de dicho proyecto, con mucha apertura recibió mi petición y la consultó a la dirección general que en un par de días aprobó mi solicitud.

El siguiente paso los músicos, las canciones, la producción televisiva y todo lo demás, pero, lo primero era lo primero, era la fragua, porque era allí o no.

Me tocó en unos días ir a visitar el vetusto edificio. Vacío, solitario, pacifico y casi podría decir que triste por lo que la pandemia le ha robado. Sus visitantes.

Sin embargo al nomás entrar escuché las voces de tantos actores, recordé tantas obras y musicales vistos desde sus gradas durante años. Y es que están allí, no se han ido y seguro estoy que volverán.

Me paré en el centro del escenario, sus cuadrantes marcados, su piso de madera sonando a teatro de verdad, y, de repente, sus luces se encendieron y me iluminaron y sentí el escalofrío de sentirme artista.

Con el ensayo general, un día antes de la grabación nos quedamos hasta tarde, Luis, encargado del teatro y tecnico al mando del mismo, nos trató con decoro, respeto y sobretodo con amabilidad. Sin quejarse de la hora, siempre atento a nuestras peticiones y transmitiéndonos confianza.

Arrancó la jornada más tarde de lo previsto por la falta de energía en la zona, el ambiente como lo queríamos, las luces haciendo el trabajo que debían, los músicos esmerados, el productor muy inspirado y la fragua el mejor anfitrión posible.

TeleProgreso produjo el evento y al final del trabajo todo quedó impecable. El teatro lució espectacular, el ambiente que nos proporcionó fue íntimo y acogedor. Sin más que sus luces y su sobrio escenario se vio y se sintió en su máximo esplendor.

Son 30 años cantando, y hubieron experiencias por todo el país, en TV y conciertos repletos de gente, y cada experiencia fue especial, sin embargo, cantar en el teatro la fragua, ha sido más que sublime.

Recién se acaba de ir su fundador y eterno director, el Padre Jack Warner SJ. A su retiro en USA Y el futuro de la compañía está ahora en manos netamente hondureñas, una prueba más que con toda certeza pasarán.

El edificio ocupa de la ayuda de todos y, seguramente la conseguiremos, ahora si digo esto en plural porque me siento parte de la fragua.

Creo que debemos estar agradecidos y comprometidos con el proyecto, estamos en deuda con el, son en lo que arte se refiere, nuestra máxima expresión, nuestra cara y nuestro orgullo.

El edificio requiere mucha ayuda, pero su elenco está listo y su público solo está a la espera de que se abra la taquilla para que la función comience otra vez! Es cuestión de tiempo, y lo verán de nuevo!

Yo, que espero en Dios tener la dicha de estar de nuevo en su escenario y esta vez rodeado de público cercano, aunque me muera de nervios, estoy seguro que ese día...será mi graduación como verdadero artista.

Nota del editor: Ud también puede unirse a la banda. Su donación al teatro la fragua ayudará a mantener viva la música.

 


 

 

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