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vol. xlii, #3

Marzo, 2022


Tríptico de un Viaje

Por David Inczauskis





Tras dos años lejos de teatro la fragua, regresé el 4 de diciembre al 19 de diciembre con un trío de fines: acompañar al nuevo director administrativo del teatro, Luis García, de viaje a la oficina del provincial en San Salvador, ver la presentación abreviada del teatro de Navidad nuestra y relanzar mi libro La Fragua, el teatro jesuita de Centroamérica en el escenario del Progreso. Pero más allá de estos motivos, había uno más grande: visitar a mis amigos, el personal y los actores de teatro la fragua.



Pintura 1
Calles laterales
Aguilares, El Salvador
El 12 de diciembre

El Salvador, ítierra de mártires! Luis y yo viajamos una hora de San Salvador a Aguilares para asistir a la misa dominical en la parroquia del Señor de las Misericordias, la parroquia donde Rutilio Grande, SJ, era párroco cuando lo asesinaron en 1977. Pero el primer sitio inolvidable entrando en Aguilares no es ni el parque ni el templo sino cinta de una escena de un crimen. Autos de policía están estacionados por todas partes. Los oficiales examinan bolsas negras salpicando una calle lateral polvorienta. Suponemos lo peor. " Y qué pasa con el plan de seguridad del presidente Nayib Bukele?" comentamos.

Los bancos se llenan antes de misa. Al lado derecho del altar mayor, rosas rodean una estatua de Nuestra Señor de Guadalupe. Es domingo, pero también es el 12 de diciembre, la fiesta de la Morenita. Al lado izquierdo del altar, hay un retrato de san Oscar Romero, el obispo a quien Rutilio Grande inspiró con su labor con los campesinos pobres de Aguilares, labor que lo marcó como subversivo.

La calle solitaria por la que pasaban Grande y sus compañeros el 12 de marzo de 1977 ya no es tan solitaria como antes. Estos días pequeñas casas pueblan el camino entre El Paisnal y Aguilares. Al lado de la calle, hay un pequeño monumento con tres cruces y una cita: "Vamos todos al banquete a la mesa de la creación cada cual con su taburete tiene un puesto y una misión." Esa cita de Rutilio continúa repitiéndose en cantos, homilías y grafiti por toda Centroamérica. También inspira el trabajo de teatro la fragua que les da voz a artistas latinoamericanos y les brinda un puesto en la mesa de la cultura global.

Pintura 2
La capilla de san Alberto Hurtado
El Progreso, Honduras
El 17 de diciembre

Los niños se ríen, se sonríen y aplauden mientras seis actores presentan villancicos para la congregación. La obra es abreviada. No hay suficiente elenco para presentar el drama como se suele presentar. Muchos actores se han despedido del teatro debido a la presión financiera de la pandemia, pero la tropa sigue adelante. Los protocolos de COVID-19 en Honduras hacen la legalidad de la presentación dudable, pero el teatro tiene que seguir llegando al pueblo. Es una cuestión de sobrevivencia. Si no hay presentaciones, no hay ingresos. Si no hay ingresos, hay hambre. Permanecer adentro no es factible en una economía colonizada.

Un perro callejero sube y baja el pasillo central de la iglesia. La bici de un párroco anterior, el padre Juanito, yace contra una pared en el fondo. La gente cuenta historias sobre el padre Juanito y esa bici. El fantasma del padre fallecido vaga por las calles del Progreso. Es un fantasma amigable. Ayuda a los necesitados. Sonríe a los que lo están pasando mal. Representa la piedad popular del pueblo hondureño. Es un santo del hogar.

Cuando la presentación acabe, una lideresa de la parroquia invita a los niños a entregar juguetes viejos a cambio de juguetes nuevos. La mayoría de los niños tiene pistolas de juguete. Antes de entregar su pistola, un muchacho finge asesinar a otro. Su compañero se cae de forma dramática. íPuede que sea actor de teatro la fragua algún día!

Y el ángel sigue cantando, "En la tierra paz, buena voluntad para con los hombres."

Pintura 3
En el escenario
teatro la fragua
El Progreso, Honduras
El 18 de diciembre

No soy actor, pero me encuentro en este escenario bajo un foco. Solo cuatro años como catedrático me dan la valentía necesaria para estar de pie ante este público. Amigos de teatro la fragua, unos artistas hondureños y representantes de los medios se sientan en las gradas de madera del teatro.

Dos puntos anclan la ponencia. Primero, es el año ignaciano (1521-2021), y el estilo de teatro la fragua tiene raíces ignacianas profundas. Tanto como Ignacio y sus compañeros se imaginaban escenas bíblicas, rellenando los detalles de los cuales las escrituras carecen, actores y directores se imaginan las escenas de un guion, complementando las palabras en la página.

Segundo, es el bicentenario de la independencia de Centroamérica (1821-2021) del imperio español, y la trilogía histórica centroamericana de teatro la fragua incluye la obra Alta es la noche, un drama que demuestra cómo el sueño de una Centroamérica unida se cayó a pedazos ante oligarcas locales después de la independencia de la región.

Dos puntos, dos razones por las cuales sigo creyendo en la misión de teatro la fragua. Como jesuita, sé que la espiritualidad ignaciana puede conectar a personas con Dios y con otros, y sé que la fragua dialoga creativamente con nuestra rica tradición espiritual para compartir la buena nueva de la presencia de Dios con nosotros, con la humanidad, con todas las cosas. Como amante de la justicia y de Centroamérica, sé que los sueños con la derrota de los oligarcas y con la elevación de los pobres siguen vivos en esta tierra de mártires, y sé que teatro la fragua mantiene vivos estos sueños.


 

 

teatro la fragua
c/o Jesuit Advancement Office
4511 West Pine Boulevard
St. Louis, MO. 63108
U.S.A./EE.UU.







 

 

 

 

 

 



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