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Vol. xxxvii # 2

Septiembre 2016


Exactamente así:
Gracias teatro la fragua







Una temporada para retomar la esperanza

Es exactamente así, como se pensó con lo que se pensó para quienes se pensó y con quienes se pensó. La temporada de expresión artística de teatro la fragua llegó a su fin, al menos por este año. Dejando, durante esos ocho fines de semana, la marca de la sonrisa en los rostros de quienes fuimos a cada una de las 16 funciones. Cada presentación en sí misma fue una “historia exactamente así” y, desde esa particularidad, una apuesta infranqueable para marcar la diferencia.

teatro la fragua volvió sobre sus tablas y con el público para demostrar que se puede hacer cultura. Para enseñarnos que no hay fronteras cuando se habla con el arte y que los talentos son para ponerlos al alcance de todos y todas y no de unos pocos. Para enseñarnos que vale la pena seguir soñando. Para devolvernos la fe en este país empequeñecido, empobrecido y mal informado pero que es capaz de parir gente noble y de corazón fraterno.

Fue una temporada de fusiones que se hicieron posibles en distintos aspectos de la temporada; en la música, en las actuaciones, en los escenarios, entre actores y actrices con sus públicos, entre lo viejo y lo nuevo, en la danza y los malabares, entre personajes con títeres y marionetas; de fusión entre lo nacional con lo internacional, entre lo meramente mágico con la realidad, entre los que nos hicimos presentes a las tablas y los que las siguieron virtualmente. En fin fusiones.

Como se lee 37 aniversario en lengua teatrofraguariana

teatro la fragua se volvió, sin duda alguna, un idioma universal y cumplir 37 años es su mejor prueba. Pero esa lectura solo es posible si pensamos en perseverancia, talento, creatividad, flexibilidad, compromiso y dignidad. Lejos están aquellos días, cuando en aquel carrito pick-cup, se movían por todo Honduras con una propuesta artística reinventando la vida cultural. Locos les decían, comunistas los acusaban, herejes los nombraron, pero la compañía teatral no se detuvo y siguió cantando, bailando actuando y, con todo eso, aportando a la transformación de la cultura hondureña.

Es un nuevo idioma en las dinámicas culturales nacionales e internacionales. Si quiere cantar, actuar, escribir, proyectar, publicitar y compartir un proyecto cultural debe venir, al menos una vez, a la fragua por que nada se entiende ya si no es desde la tradición, el impacto, el carisma y las sinergias que generan esas tablas como puente entre el arte y el público. Tiene que leerse desde los guiones elegidos, las obras montadas, las generaciones de actores y actrices que han pasado o se mantienen. Desde la diversidad de manifestaciones artísticas.

Durante estos años se ha tenido que lidiar con la persecución y violencia, con la migración forzada de las juventudes que también son los actores y actrices, con la crisis financiera que imposibilita las artes y con la ausencia de una política de Estado que promueva y defina el arte como parte esencial del desarrollo de los pueblos. Pero ante ese panorama teatro la fragua se asume desde la creatividad construyéndose opciones y apostando por los aliados, desde la Flexibilidad que, bien entendida por ellos, no ha significado renunciar a la identidad teatral que define su muestra, sino en la de consolidarla y adaptarla a las nuevas demandas y, desde luego sin la posibilidad mínima de renunciar a su compromiso por hacer, con el arte como bandera, apuestas por una Honduras realmente inclusiva y justa para todos.

Se tiene que leer de corrido y sin puntos finales por que estos 37 años TLF no ha parado en su afán de hacer cultura y promover el arte. Han ido por todos los rincones de Honduras, montado cualquier cantidad de obras para escena y abriendo miles de puertas para que otros, en la calidez de sus tablas puedan despegar sus alas y alzar el vuelo en la promoción de sus talentos. De eso puedo dar fe yo mismo.

Teatro en tiempos de guerra

Sin duda uno de los grandes méritos del TLF es su apuesta incondicional por una sociedad de paz cuando lo que se respira es la violencia. De hecho en los últimos años las ausencias de público responden al clima de inseguridad con que habitamos en Honduras y esta nuestra ciudad El Progreso en particular. Y a pesar de eso seguir. La paz no es la ausencia de la guerra y eso en Honduras es más que evidente, sin estar en guerra la mayor parte del presupuesto nacional se destina a seguridad nacional y proyectos culturales como los que promueve teatro la fragua quedan en el olvido por que no son políticamente rentables y, de paso, son críticos de la corrupción instalada.

Honduras se desangra y parte de esas arterias rotas por donde se desangran tienen vinculación directa con el Estado. Un estado que permite que gobiernos político-partidistas roben los fondos de la salud, la educación y los proyectos socioculturales para promover campañas electorales, el nepotismo y la intolerancia ante los que no están de acuerdo con la forma en como se administra el país que es de todos y todas. Y el teatro la fragua, valientemente, no ha renunciado a su compromiso de denuncia y pese, al desplante económico que eso le puede significar, grita desde sus obras que otra Honduras es posible, que la igualdad jurídica y digna entre todos y todas no esta en el papel mojado de la Constitución de la República actual, sino en el ámbito supraconstitucional que nos da el ser ciudadanas y ciudadanos sujetos de derechos.

-- Chaco de la Pitoreta








 

 

 

 

 

 



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