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Vol. xxxviii # 2

Diciembre 2017


Regresando a la fragua
--George Drance sj




 

Yo llegué a tlf por primera vez en el verano entre mis estudios de humanidades y filosofía. Esto fue a mediados de los 80. Héroes como Rutilio Grande, Oscar Romero y las misioneras Maryknoll de El Salvador me inspiraron a luchar por el reino de Dios aquí en la tierra: un reino de justicia y paz. Regresé el verano siguiente y una vez más en los 90 por una práctica de seis meses como diácono recién ordenado. En esos diez años los Jesuitas de la UCA fueron asesinados. Y mientras escribo esto, escucho balazos a la distancia. Parece que todavía nos falta bastante para llegar a la justicia y la paz. Pero considerando las circunstancias de mi regreso, y recordando cuanto tlf me ha formado como persona durante los años, estoy llamado más que nunca a esperar que se realice esa posibilidad.

Mi propio camino como artista Jesuita me ha llevado a muchos lugares durante esos años: comenzando una compañía teatral en Kenya que después fue prohibido por el gobierno, trabajando en el American Repetory Theatre e ImprovBoston durante mis estudios de teología, estudios pos-grado en actuación en la universidad de Columbia, y juntándome al teatro experimental La Mama en Nueva York (donde mi propia compañía, Teatro Magis, se ha presentado varias veces). Fue mi trabajo con La Mama que me trajo de regreso a Centroamérica.

Ellen Stewart, Andrei Serban y Elizabeth Swados tenían una visión de un teatro que podría trascender diferencias culturales a través de la esencia teatral del sonido, el gesto y la intención. Esta fue la fundación de su obra maestra: Las Troyanas, basada en el texto de Euripides y formando parte de una Trilogía de obras, presentándolo por todo el mundo usando lenguas antiguas y sonidos inventados para tocar el corazón y las tripas, NO el cerebro, del público. Se volvió un fenómeno internacional, dando evidencia a la visión de Ellen que era posible mover corazones con una especie de teatro sin fronteras que llevará al público a un mundo visceral e intensamente humano de angustia y triunfo. Después de muchos años de giras con esta producción, el equipo estaba buscando la forma de cómo guardar el crecimiento del legado.

Decidimos hacer talleres con grupos locales quienes estarían interesados en explorar los temas de violencia y guerra en su arte y ayudarlos en el montaje de la producción del grupo. La nómina del Proyecto Las Troyanas incluye Guatemala, Camboya y Kosovo. Fue durante mi tiempo en Guatemala que sentí un profundo deseo de regresar a la fragua.

Esta semana he estado dando talleres a los actores de la compañía y a los estudiantes de la Escuela de Ballet. Como una conversación con un viejo amigo que parece retomarse justo donde lo dejaron, me siento en casa y estoy inmensamente orgulloso de ver lo que Jack y la fragua han logrado en estos años a pesar de los obstáculos enormes. Lizeth Caballero, la administradora de la Escuela de Ballet, tuvo su primera clase de ballet durante mi segundo viaje al teatro. Edy Barahona, el director de la compañía de actores, fue el actor principal durante mis primeras visitas, y su pasión en el escenario se grabó en mi memoria. Chito Inestroza era uno de los nuevos muchachos y ahora (como yo) él es uno de los viejos muchachos.

Y aquí es donde viene la esperanza. Me encuentro en un teatro completa y expertamente llevado por “graduados” de la fragua. Sus nietos están en mi clase de danza. Técnicas que desarrollé con el Teatro Magis y que tenían sus raíces en esas primeras visitas al tlf se están compartiendo con una nueva generación de actores. la fragua está en su año 38, dando espacio a compañías de toda América Latina: una rica cosecha de semillas que Jack sembró hace mucho tiempo con una esperanza y una oración, nutridas por la generosa colaboración de todos ustedes que están leyendo esto.

Aún más: Puedo ver que la fragua ha sido tejida dentro de la fábrica de la comunidad. La tejeduría es un arte importante en Centroamérica. En Guatemala aprendí que toda mujer Maya aprende a tejer hasta que sea natural como respirar. la fragua ya no es un lugar donde un puñado de cipotes montan presentaciones. Se ha convertido en un huipil: una segunda piel tejida de los hilos de las comunidades donde se ha trabajado: artistas, familias, estudiantes, obreros; imaginando más para el mundo gracias a las oportunidades presentadas por el teatro.

El fallecido Sam Shepard, quien empezó en La Mama cuando nadie más produciría sus guiones, escribió de Ellen Stewart diciendo “En el teatro del centro, Ellen era la más generosa… ella sólo montaba obras.” Sin ella el teatro americano no tendría Sam Shepard o Liz Swados o incontables otros. Sin Jack Warner y la fragua sería mucho más difícil testimoniar, ver y celebrar la identidad cultural del pueblo de Honduras.

Karen Blixen escribió en su cuento “Babette's Feast” estas hermosas palabras: “En el corazón de un artista existe un gran grito: 'Dame el chance de hacer lo mejor de mi.'” Esto es exactamente lo que teatro la fragua ha hecho por los últimos 38 años.

P. George Drance sj es artista-en-residencia en la Universidad de Fordham, director artístico de la Compañía Teatro Magis, y artista residente en la Compañía Great Jones Repertory en La MaMa.








 

 

 

 

 

 



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